domingo, 13 de mayo de 2012

Viam desiderium: Una perspectiva más al problema de la evolución de las relaciones humanas


Dentro de todas las áreas del conocimiento humano es patente que una de las temáticas unificadoras más recurrentes y debatidas es la aparición y mantención evolutiva de las relaciones sociales. Evidencia antiquísima de colaboraciones interdisciplinarias en el entendimiento y aprovechamiento de este fenómeno desde la ciencia pueden ejemplificarse desde lo más abstracto, como las matemáticas y la lingüística hasta aplicaciones utilitaristas dentro de las diversas especializaciones de la ingeniería.

El motivo de esta tendencia probablemente está enraizada en la compulsión humana por aprehender para sí todos los hechos que es capaz de percibir. Es por esto que siendo las relaciones humanas una parte ineludible del contexto cotidiano del desarrollo de la vida humana es fácilmente comprensible el interés en tratar de sintetizar los diversos aspectos del fenómeno a partir de las distintas luminarias del saber.

Pero de entre la totalidad de preguntas[1] de las cuales se ha descompuesto el problema de las relaciones humanas debo confesar que encuentro particularmente interesante a aquellas que circulan alrededor del  fenómeno de la diversidad sexual en los seres humanos, especialmente aquellas preguntas formuladas desde una perspectiva antropológica e integrada en los márgenes contemporáneos de la teoría evolutiva.

Interesantes, si. No sólo porque es un tema absolutamente abierto a los debates más airados, más emocionales, más integrativos de las caretas morales, políticas, sociales, religiosas, científicas y artísticas de cada quien que otorgue una opinión al respecto -lo cual admito me produce un infinito morbo por observar la ilimitada cantidad de respuestas (in)verosímiles que los seres humanos son capaces de producir-. Sino que esta misma influencia cultural en cada opinión posee profundas consecuencias en los interpretaciones científicas que se tengan de los datos recogidos desde la empírea, por lo cual es posible afirmar, como bien decía Gould, que la biología es una disciplina científica y, como tal, es propensa a ser utilizada frecuentemente como un arma de lucha social por cualquier sector social.

Agregar también que el interés también proviene desde quien opina que el territorio de la sexualidad es gravitante en relación al cuestionamiento del modo de organización de las sociedades y, especialmente,  en como transformaciones en las definiciones de roles sexuales como roles de género inherentes a la mentalidad de los individuos pueden generar una cascada de transformaciones en una serie de definiciones culturales anexas. Así por explicitarlo, puede ud lector considerarlo como una versión análoga al fenómeno del "hitchinking" genético, en el cual se estima que durante el proceso de recombinación genes aledaños al gen recombinado serán arrastrados a la recombinación junto a él, lo cual implica que no sólo los genes "seleccionados" toman parte de los procesos evolutivos, sino que también está el azar jugando un rol muy importante en la herencia genética hacia los descendientes. 

Realizando este préstamo de concepto, al hablar de un posible hitchinking cultural es también prudente incluir el término de “exaptación” dentro de este discurso. Consideraremos la definición de exaptación cultural como aquel carácter presente en la actualidad en una o varias especies que no poseen funcionalidad aparente, sino que están más bien relacionadas a antiguas funciones que ya no adaptativas o bien al concepto de “by products” o caracteres presentes en los organismos que no poseen ninguna función utilitaria directa  sino que se encuentran presentes por acarreo genético, siendo considerada su utilidad como una función indirecta a la adaptación: son un reservorio de posibles caracteres adaptativos relacionados a cambios ambientales y/o representan una malla de contención para los efectos deletéreos del azar en genes adaptativos en el contexto presente de los organismos.

Hago explícita la utilización de estos términos para su posterior aplicación



[1] Siempre serán mucho más importantes las preguntas que las respuestas.

sábado, 21 de abril de 2012

Eppur si mouve

Una de las hipótesis más aceptadas acerca del origen de la reproducción sexual se refiere a una promoción del azar mediante mecanismos que permiten la recombinación del material genético, promoción que aprovechada por los distintos grupos de organismos que se aventuraron por fuera de la homogeneidad del océano y asomaron sus cabezas (o su símil) fuera del agua para tener un almacén inagotable de  posibilidades de adaptación al heterogéneo y desafiante medio que es el terrestre.

Me refiero en primera instancia a esta hipótesis del origen de la reproducción sexual simplemente como una analogía, jamás con la intención de implícitamente proponer algún tipo de "trend" o patrón evolutivo. Suficientes años de menosprecio a la teoría evolucionista hemos sufrido por culpa de mal usos o prestaciones teóricas malintencionadas por parte de diversos núcleos académicos que, con fines claramente políticos, construyen discursos sobre la descontextualización de conceptos, prendiendo fuegos fatuos en cuanto a respuestas sobre los porqués de la sociedad humana, mancillando años de investigaciones con un intratable reduccionismo biológico.

Y es a esta misma política donde quiero llegar con mi analogía.  Seis miles de millones de años desde que apareció la primera célula, la primera vida. Pasaron un par de miles más, y apareció la vida pluricelular. Desde ese punto a la colonización de la tierra pasaron muchos años más. ¿Cuál es el objetivo de este recuento? Simplemente recalcar un hecho que me parece necesario tener en cuenta en nuestra vida diaria: Son millones los años en que la evolución  parece favorecer el cambio, la recombinación, el azar. Años en que los organismos se han enfrentado a si mismos y al medio ambiente abiótico para preservar la vida en sí misma. Años en que la heterogeneidad y la plasticidad parecen ser la clave, desde el nivel molecular hasta la organización social, para la supervivencia de los linajes.

Es válida  entonces la pregunta: ¿y esto que relación tiene con la política?

Pues nada más que una analogía inversa. El sistema global capitalista parece ignorar todas las particularidades de esta heterogénea (y muy bella) vida terrestre que llevamos los seres humanos. Diferencias ambientales y culturales, todas parte de la naturaleza, en que pareciera que en menos de un metro hay diferencias del tamaño mismo del planeta. Omisión de que la tierra no es plana, omisión de que la tierra se mueve. El sistema global intenta forzar una homogeneidad en la conducta de los seres humanos que simplemente no es sostenible si estamos todos insertos en contextos distintos. Nuestra incapacidad de darnos cuenta de este hecho nos ha convertido en los monstruos más peligrosos alguna vez imaginable, capaces de destruir todo en una cuestión de minutos, todo porque nos han criado ignorantes de nuestro medio, de nuestros alrededores. 

Hacer olvidar el nombre de los organismos (que algunos refieren como inferiores) hizo que lentamente creyésemos la mentira de que todo en todas partes es igual, que todo lo que nos rodea es realmente algo muy lejano. Una ilusión provechosa para quien la crea, puesto ya nos es imposible vivir sin ella. Por ello compramos, compramos, compramos. Abusamos sin piedad, del medio ambiente y de nosotros mismos, en un malgasto espectacular de los recursos, en una destrucción insensata. 

Y todo porque es insoportable la verdad, porque es insoportable el comprender que para poder vivir en armonía con el resto del mundo natural debemos conocer el contexto en que estamos insertos, respetar los límites y posibilidades de cada elemento que conforma el mosaico terrestre y amar aprender a amar la vida realmente. Si, la vida.


domingo, 14 de agosto de 2011

Fuego

Fuego, caleta de fuego.
Una esquina, la siguiente, la siguiente, la siguiente. Las del norte y las del sur. Al este y poniente también.

Gente, caleta de gente (más que la chucha gritaban).
En mi esquina. Por Vicuña, Portugal, la Alameda, Bustamante, Santa Isabel.

Verdes, caleta de verde (oscuro eso sí, que no se vean, que no se sientan, sólo el lumazo, nada más que el lumazo)
Personas, tortugas, bestias, órdenes.
Caleta.
Transmutados en zorros, guanacos...fauna nortina, de mi tierra, ahora que caigo en cuenta.
Animales en micros (pensé que eso no se permitía)
Se creían rock stars, aparecían con cortinas de humo
Creo que lloré de la emoción.

Bulla, caleta de bulla.
Gritos, cánticos, bombos, sirenas, palos, crépito del fuego, el que no salta es paco, bocinazos.
Gente, baile, micros.
Nosotros también éramos rock stars...si hasta habían paparazzis en helicóptero.
Como en el matrimonio de J-Lo y los famosos.
De hecho, nos tiraron el humo de ellos para que nosotros para que fuésemos cool como ellos.
Me emocione también y lloré.

Pero en serio.
Bulla.
Caleta de bulla.
De esa que no se escuchaba.
Hace tiempo.
Hace años.
La última vez me dijeron que yo aún no nacía.
Es especial porque es de lo más común.
Todos y todas la tienen, no podemos vivir sin ellas.
Por eso es tan poderosa.
En la casa del rico, del pobre, de las víctimas y del violentista.
De la señora decente y la que cría delincuentes.
Esa arma, mortal, insurgente, necesaria para la evolución y la revolución.
La misma que usa el presidente, Hizpeter, la Vallejos, mi mamá, Manuel Rodríguez, la mina del tiempo de Chilevisión, el que te recoge la basura, el degenerado del Laberinto de Alicia, tú, yo, tus vecinos, tus amigos, el rector y Jordi Castell.
La insignia de la cocina
La cacerola.

Encima mío.
Dentro mío.
Rebotaba el sonido entre pared y pared.
El ánimo, las fuerzas, los sueños, frustraciones, las esperanzas, la súplica, el deber.
Básicamente el fuego.
Una responsabilidad como tal cayó sobre mi cabeza y la de mis compañeros, mis amigos, mi sangre.
Tal cual bendición, una bendición de lucha.
De noche a las luz de las barricadas, ungidos por el sagrado deber de no dejar que nos pasen por encima, por nunca más abandonar la responsabilidad de traer, por la razón o la fuerza, la justicia.

Todos comemos de una cacerola.

"Insumisos, sabios, marginales, humanistas o rebelados"